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La Chardonnay es la uva blanca más prestigiosa del mundo. Desde su lugar de origen histórico, la Borgoña, la uva Chardonnay ha viajado a prácticamente cualquier parte del planeta, dada su gran facilidad para adaptarse a todo tipo de suelos y climas.
En su casa, Borgoña, es la uva protagonista de la mayoría de vinos blancos, particularmente de los mejores y más prestigiosos vinos de la Côte d'Or. La Chardonnay es también clave en la región de Champagne, donde representa casi un tercio del viñedo, ofreciendo sus aromas y elegancia a los mejores espumosos. Languedoc (Francia), España, Australia, Chile y California u Oregón en Estados Unidos, son algunos otros de los principales lugares en los que la uva Chardonnay se ha adaptado perfectamente, aunque en cada uno presenta unas características diferentes. Puede ser ligera y mineral en Chablis (Francia) o cremosa y elegantemente especiada en California (Estados Unidos).
Sus racimos son pequeños o medianos, cilíndricos y compactos. Los granos son ligeramente ovalados, pequeños, de color ambarino, con la piel u hollejo bastante delgado y una pulpa consistente. La maduración suele ser temprana, por lo que su vendimia puede realizarse más pronto. La cepa, por su parte, es resistente y muy adaptable a diversos tipos de suelo, siendo muy fértil y productiva. Aunque no le suelen afectar los hongos, sí que se puede ver atacada por los ácaros y la polilla. Es sensible a las heladas, aunque soporte bastante bien temperaturas frías.
En general, se trata de vinos blancos secos y con cuerpo. Sus características pueden variar desde vinos ricos, gruesos y espesos, adecuados para envejecer en botella y con crianza en barricas de roble, a vinos más ligeros y frescos hechos sin madera y destinados a ser disfrutados jóvenes.
Esta variedad presenta una armonía de aromas frutales, entre los que se pueden apreciar matices cítricos y tropicales como el limón, la pera o la piña. En función de la zona donde se produzca y del método de vinificación (con o sin crianza en barrica) encontraremos distintos aromas. Los vinos elaborados en climas más fríos alcanzan una notable acidez con aromas a cítricos, pera, acacia, y algo de frutas tropicales. Los de clima cálido adquieren mayoritariamente aromas a frutas tropicales (mango, piña, banana, melón, ananá) y también puede aparecer algo de especias o caramelo.
Con crianza en roble pueden presentar aromas a vainilla, miel y mantequilla. Por su parte, la fermentación maloláctica, muy común en los vinos Chardonnay, nos aporta tonalidades de crema, mantequilla y nueces. Si la crianza del Chardonnay ha sido sobre lías, también podemos encontrar sabores de yogurt y mucha cremosidad.
En boca los vinos Chardonnay no suelen presentar una excesiva acidez ya que es un vino más bien suave. La fruta suele estar muy presente en el paladar, tal como manzana, melón o cítricos. También puede presentar sabores dulces a miel, caramelo y cajeta, los cuales conforman un equilibrio ideal con los matices afrutados. Los vinos Chardonnay destacan por un marcado equilibrio, donde los protagonistas son los matices y aromas frutales. Puede ser consumido joven, sin crianza en barrica, y los que han sido envejecidos en barricas de roble mejoran en botella entre tres y cinco años.